El acceso de Donald Trump a la Casa Blanca hace temer una dura repercusión en el comercio mundial fruto de sus futuras leyes proteccionistas. Ante este panorama, Europa debe prepararse ya que verá sufrirsus exportaciones al país americano.

El cambio de administración en los Estados Unidos, con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y el refuerzo del núcleo duro republicano, vaticina futuras políticas comercialesque están generando una preocupación significativa en el mundo entero y, en especial, en toda la Unión Europea. Las políticas proteccionistas que Trump ha defendido en el pasado se expandirían afectando de manera significativa las exportaciones de productos europeos hacia el mercado estadounidense.

Trump ha sido un firme defensor de políticas proteccionistas, tales como aranceles más altos sobre productos importados y la renegociación de acuerdos comerciales internacionales, buscando así reducir el déficit comercial de EE.UU. mediante la aplicación de mayores impuestos. Desde la futura administración americana deslizan posibles aranceles que van del 10% al 20% sobre las importaciones de otros países. Esta estrategia también sirve para golpear a otra de las economías fuertes del panorama internacional, como es la de China.

En su primer mandato, Trump impuso aranceles a una serie de productos europeos, especialmente en sectores como el acero, el aluminio, los automóviles y los productos agrícolas. Si se amplían estas medidas, ciertos sectores de la economía europea, como la automoción, la agricultura o la maquinaria, podrían verse más expuestos a las barreras comerciales. La política de America First podría generar mayores incentivos para que el gobierno de EE.UU. favorezca la producción interna y limite las importaciones extranjeras. Esto también podría implicar la revisión de acuerdos comerciales internacionales, lo que afectaría la relación comercial entre la UE y EE. UU. Este giro de la política comercial sería otra muesca más que intensificaría pasadas tensiones entre la Europa y EE. UU., ya que hay que recordar que la administración Trump, en su primer mandato, adoptó un enfoque más unilateral en los acuerdos internacionales, retirándose de tratados como el Acuerdo Transpacífico (TPP) y poniendo en duda la eficacia de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Amenaza para unos, ventajas para otros

Estas políticas perjudicrán a las industrias europeas que dependen de precios competitivos y del acceso al mercado estadounidense. Sin embargo, el giro de timón está viéndose como una oportunidad para el mercado asiático, done con total seguridad los exportadores chinos, que también se verían fuertemente afectados por la política arancelaria norteamericana, redirijan sus productos hacia Europa. El proteccionismo yankee también puede convertirse en un arma de doble filo para los consumidores estadounidenses, que también se verán afectados por el estancamiento del crecimiento económico y el aumento de los precios, a pesar de las promesas de Trump de generar más empleos y oportunidades mediante su apoyo a la manufactura en Estados Unidos.

El enfoque de Trump debilitará alianzas tradicionales, incluyendo la OTAN y sus socios europeos, lo que podría llevar a que China fortalezca sus lazos con países que buscan alternativas frente al proteccionismo estadounidense. Analistas de Goldman Sachs predicen que el euro podría caer un 10% frente al dólar si la nueva administración implementa su plan de aranceles generalizados, mientras que los ingresos de un grupo de las empresas más grandes de Europa podrían disminuir en más del 5% el próximo año. Ante un clima comercial más incierto, las empresas podrían reconsiderar sus inversiones tanto en Europa como en EE.UU. Los inversores podrían optar por mercados menos afectados por políticas proteccionistas o cambiar sus estrategias de inversión para adaptarse a un entorno más volátil. Indirectamente, la UE también será susceptible a daños a medida que las tensiones entre Estados Unidos y China se intensifiquen, particularmente en los sectores automotriz, farmacéutico y tecnológico.

El daño de la política arancelaria en cifras

El superávit comercial de la UE con Estados Unidos, que exporta bienes por un valor de más de 600 mil millones de dólares anuales, se verá bajo presión. Alemania, Francia e Italia están entre los mayores exportadores al país americano, destacando el sector del automóvil, farmacéutico, maquinaria y del lujo. Si se imponen aranceles, la industria automotriz alemana, que exporta cerca de 30 mil millones de dólares en al año, podría verse gravemente afectada por un arancel del 20%. Esto aumentaría los costos para los consumidores estadounidenses y reduciría la demanda, impactando directamente el crecimiento económico del país teutón. Las compañías farmacéuticas europeas como Sanofi, Novartis y Bayer también podrían enfrentar barreras significativas, reduciendo su competitividad en el mercado. Finalmente, los productos agrícolas europeos de alto valor, como el vino francés y el queso italiano, también se verían en jaque ante los aranceles estadounidenses.

Las posibles respuestas del mercado europeo

La presidencia anterior de Trump sentó un precedente para usar los aranceles como herramienta de presión en disputas comerciales. A pesar del miedo ante esta posible presión comercial hay que recordar que la UE no carece de opciones para mitigar el impacto de las políticas comerciales de Trump. Conocida por su capacidad estratégica de respuesta, Europa probablemente tomará represalias contra los aranceles estadounidenses, apuntando a sectores políticamente sensibles como la agricultura, la tecnología y la aviación. Recordemos que en 2018, cuando Trump impuso aranceles sobre el acero y el aluminio, la UE respondió rápidamente con aranceles sobre productos típicamente estadounidenses como el bourbon, las motocicletas Harley-Davidson y los jeans Levi’s. Un escenario similar es probable, lo que intensificaría las tensiones y perturbaría las cadenas de suministro a ambos lados del Atlántico.

Por esto, lo más factible es que si la situación se tensionase demasiado, los responsables políticos en Bruselas probablemente adoptarán una estrategia dual de compromiso y represalias. La UE podría intentar negociar exenciones o concesiones, similar a cómo Canadá y México manejaron los aranceles de Trump durante su primer mandato. Enfocarse en áreas de beneficio mutuo, como la energía verde y la innovación tecnológica, podría ofrecer vías de cooperación. Si la diplomacia falla, es probable que la UE prepare una lista de aranceles de represalia dirigidos a las exportaciones estadounidenses, diseñados para presionar a industrias clave y electorados políticos en Estados Unidos. Para reducir su dependencia de los mercados estadounidenses, la UE podría profundizar las relaciones comerciales con otros actores globales, como China, India y economías emergentes. El Acuerdo Integral de Inversiones (CAI) con China, aunque actualmente estancado, podría cobrar una nueva importancia. A nivel interno, la UE podría intensificar sus esfuerzos por mejorar la integración económica dentro de la región, promoviendo un mercado único más robusto que reduzca su vulnerabilidad a las tensiones comerciales externas.

Artículo de Karla Pesina